Situado en una raña, este generoso y acogedor pueblo se encuentra entre la orilla izquierda del Guadiana y del Guadalupejo (declarado Corredor Ecológico de Biodiversidad), en un entorno donde la paz, el misterio y la armonía entre hombre y naturaleza son los protagonistas.
Conserva construcciones típicas de clara influencia árabe en los barrios Picocerro y Perchel de fuerte sabor popular.
Resalta entre sus monumentos la Iglesia Parroquial de San Cristóbal, mudéjar del s.XV, conocida como el “castillo” por haber servido además de lugar de culto como fortificación, la la fuente del emigrante, diseñada por Reyes Abades Tejedor, y a las afueras del pueblo cerca del Albergue Juvenil Rural San Matías, despunta la Ermita del mismo nombre el s. XIV, edificada sobre un antiguo descansadero de la MESTA.
Múltiples y enraizadas manifestaciones festivas y costumbres llenan de alegría el calendario destacando la Romería de Los Ranchos en honor a San Matías en mayo, y la Feria del Cristo de la Luz, en septiembre, con Rodeo, exposición con gran afluencia de personas interesadas en la compra o venta de animales y productos agropecuarios.
Rica y variada gastronomía en la que merecen especial mención los Rabos de calabacín cubiertos de miel, el jilimoje, salsa de torrezno, hígado y sangre, la Gloria, bebida casera a base de aguardiente, mosto y granos de café y exquisitos quesos elaborados artesanalmente con leche cruda de cabra y oveja que conservan toda la espontaneidad de la flora silvestre.